Dato curioso: La Gran Barrera de Coral

La Gran Barrera de Coral, situada frente a las costas de Australia, es la mayor estructura única formada por organismos vivos del planeta, hasta el punto de que es la única que puede verse desde el espacio. Se extiende por más de 2.000 kilómetros y acoge a miles de especies marinas. En 1981, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Los que han tenido el privilegio de viajar hasta la Estación Espacial Internacional (ISS) dicen que allí, desde una altura de más de 360 kilómetros, uno de los elementos terrestres más reconocibles de nuestro planeta y, al tiempo, de los más impactantes por su belleza es la Gran Barrera de Coral Australiana (The Great Barrier Reef). Es fácil imaginar la sensación que provoca esta formación coralina en los astronautas, pues sus dimensiones resultan impresionantes, casi inabarcables, sobre todo cuando se la compara con otros espacios naturales de la Tierra: la barrera se extiende a lo largo de 2.600 kilómetros, frente al estado de Queensland, en paralelo a la costa noreste de la gran isla-continente. Es decir, una distancia similar a la que separa Madrid de Budapest. De hecho, muchos la consideran el ser vivo más grande del planeta, con una extensión de casi 35 millones de hectáreas, en la que se pueden encontrar hasta 70 hábitats diferentes. Aunque, para hacer honor a la verdad, no se trata de un solo arrecife sino de más de 2.900, a veces tan próximos entre sí que es lógico englobarlos dentro de una sola unidad. Y, en realidad, tampoco se trata de una sola línea de barreras sino de tres. No es de extrañar que James Cook quedase encallado en alguno de los arrecifes durante su primer viaje, convirtiéndose en el primer explorador europeo en divisar la Gran Barrera.

Un enorme zoológico marino

Más allá de la impresión que produce su inmensa extensión, por lo que realmente es valorada la Gran Barrera de Coral es por ser el hábitat de más de 1.800 especies de peces, incluidas 150 de tiburones, unas 5.000 de moluscos y más de 400 de corales diferentes. Su riqueza atrae a treinta tipos de cetáceos, como la ballena jorobada, la ballena minke-enana, numerosos delfines y dugongos, y más de 200 especies de aves, entre las que destacan el águila de mar de vientre blanco o el charrán rosado. Además, hay que mencionar numerosos tipos de anfibios y reptiles, con rarezas como los cocodrilos de agua salada, que habitan en las zonas de manglares, y las tortugas marinas. Contemplarlas cuando por la noche se acercan a las playas vírgenes de la zona para depositar sus huevos en hoyos que cavan en la arena con enorme paciencia es un espectáculo que maravilla hasta a los espíritus menos sensibles. Una sensación que se multiplica al asistir al nacimiento, y tortuosa carrera, de las tortuguitas en su camino hacia el mar.

Buena parte de la singularidad medioambiental de este entorno está protegido gracias al llamado Parque Marino de la Gran Barrera de Coral, incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde el año 1981. Protección que impone unas medidas que, por ejemplo, prohíben anclar los barcos de recreo y desembarcar sobre los corales. En cualquier caso, antes de llegar aquí conviene conocer las restricciones y recomendaciones para visitantes de la Autoridad del parque nacional, publicadas en su página web (www.gbrmpa.gov.au), donde también hay información detallada sobre la abundante variedad de fauna y flora que habita en la zona protegida.

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